18.5.23

Malow


Pierce y Malow se encontraron en un cruce de caminos. Pierce le preguntó a Malow que a dónde iba tan resuelto. Malow quiso pasar del desconocido, así que apretó los puños y fijó un punto en su ruta, unos pasos más adelante. Pierce, con la cara más dura que la espada de SubZero una mañana de invierno, reaccionó, y dando un paso al costado, le cortó el paso con todo el aprouch de un franchute de escuela pública. Habiendo obligado al desconocido a detenerse empezó a soltar jabón para dejar bien en claro lo que de Malow percibía: sendas como frívolas nimiedades entrevesadas con preguntas retóricas tan tontas como intrascendentes que, vistas desde afuera, bien parecían la introducción para la venta de un producto, slash, membresía, slash, servicio, slash, catálogo, activación, suscripción, o la típica charla de atalayos de los últimos días. Una perorata insustancial y desconsiderada ignorada en primera instacia por el resuelto viajante, pero que, con la persistencia de un coyote en celo fue taladrando el imperturbable caparazón de Malow hasta dejarlo como gelatina aguada y al clima. Entonces, algo hizo click en Malow, algo que sintió como un espiral de cinta plana saliendo de órbita en alguna parte de su cerebro: nada fuera de lo común porque así se vuelve loca la gente: aguantas, aguantas, y parece que resistes, ...hasta que te revientan. Algo hizo click, y como consecuencia, algo murió en Malow, o mejor dicho, algo desapareció: miró a un lado, luego al otro y no entendió nada, quiso mirar dentro de sí pero tampoco encontró nada; quiso intentar otra vez, esta vez frunciendo el ceño, pero el resultado fue el mismo. Miró arriba, miró abajo, cerró los ojos y volvió a mirar, todas las cosas habían perdido su registro único para formar parte de un solo conjunto; se sintió como dentro de un panal de proporciones colosales azuzado por el vibrato de un trillón de abejas invisibles. El tiempo se había fracturado haciéndole perder tanto la noción del pasado como la visión de futuro, y queriendo entender, al menos, aquel tiempo presente que le punzaba las costillas cada vez que volvía a mirar, parecía un loco buscando las llaves de una moto imaginaria. Cuando ya parecía un androide en un bucle infinito, levantó la vista al cielo y maldijo. Maldijo a los cielos por su silencio, maldijo su nombre: sílaba por sílaba, pero sobretodo, maldijo al entrometido. Siendo así, todo empezó a desaparecer. Y en medio de un desierto de sal en el cual no podía distinguir siquiera la línea del horizonte, notó que algo más se le había extraviado junto al paisaje.

Pierce, por su parte, se encontró sentado en las cómodas cómodas del club de los insoportables, y, cada vez que abría la boca para apuntar algo, todos lo celebraban.

Blue Whale

1. Mi animal favorito es la ballena azul. Anoche me acosté pensando cómo sería si fuese capaz de convertirme en una.  2. Mi parte favorita s...