11.11.11
La pequeña Lulú
Los excesos de la noche anterior casi me dejan en casa, pero resultó que saliendo a llenar el buche, tarde en la tarde, me encontré con unos panas y dejé que me vayan cargando lejos, allá por el norte de la capital. Llegué a la fiesta sin mayores expectativas, fumamos un bate antes de entrar y rápidamente buscamos un centro de operaciones. Escogimos una pileta seca entre dos secciones de la construcción no sin antes pasar tomando cervezas y tostado. A nuestras espaldas estaba siendo proyectado un video-arte en el que unas pequeñas divas semidesnudas eran paseadas en carritos de supermercado. Una chica salió por la puerta de la cocina y vino directo hasta donde me encontraba, tomó mi mano y me arrastró delicadamente hasta la pista de baile. Nuestros cuerpos se vieron forzosamente juntados en medio del tumulto y no podía creer lo que estaba pasando; si seguíamos a ese ritmo estaríamos en mi casa antes de media noche. Sus caderas danzaban y no podía quitarle la vista de encima. Dándome por vencido de pensar algo inteligente le pregunté su nombre. Me miró extrañada y se arrimó el cerquillo para que la vea bien; al ver que no reaccionaba respondió. Me habría encantado ver mi expresión cuando luego de un par de agónicos parpadeos pude reconocer finalmente a la pequeña Lulú, novia de toda la vida de un excéntrico fanático practicante de artes marciales. Una corriente invisible me atravesó el espinazo y poco me faltó para desmayarme. No estaba loco, no, tampoco quería morir, pero la había cagado al punto de merecer, en homenaje a la torpeza, un pasaje directo al otro barrio. ¿Ajá? Lulú no me quitó la vista de encima hasta entender lo que había pasado. Lo supe porque su gesto cambió súbitamente de la decepción a otra cosa. Se despidió de mí con una delicada palmada en la espalda y luego fue directo a hundirse en un sillón por lo que quedó de la noche. Siempre es mejor no tomarse las cosas en serio; es la única manera de nunca hacer el ridículo.
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3 comentarios:
tomarse los nombres en serio, es cosa seria, ,,ja ja ja
Un gusto haber caído en tu blog -por decirlo de algún modo y sin ofender, claro está- y haber leído especialmente la última frase de tu escrito, cargada de verdad, y que le cae al lector como el puñetazo que le pone fuera de combate.
Un saludo,
Onironauta
Saludos shuttle, te cuento q he visitado tu blog pero no me permite hacer comentarios, de cualquier modo, es un placer tenerte por aquí y espero verte de vuelta.
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