5.8.23

Of course my horse!



Aníbal De Jors se hizo famoso por su forma de montar a caballo. Tanta mofa le hicieron que se llegó a crear una canción que se baila como dinosaurio. De Jors fue el hazmerreír de la comarca hasta que un día, de la nada, De Jors conquistó Bors, y antes de caer el sol, conquistó también De Mors y De Dors; terminando su periplo de forma sorprendente, cuando en vez de cortar la cabeza de su enemigo, como cualquier Hammurabi haría, se la tomó con el pobre caballito. Rucéfalo se llamaba. Se llevó la cabeza y la exhibió, la mutiló y la sodomizó hasta el hueso, un asco. Hay tanta evidencia que se podría editar un atlas para amantes de los caballos (muertos), de aficionados a la instantánea (ecuestre), al bodegón y al claroscuro, pero sobre todo, a los lectores del Kamasutronomicón de Al Tarif y cosas del estilo. Muchos creen todo fue un karmazo, una retahíla cósmica por las aberraciones de Tzángolas, karma que como siempre, de forma misteriosa, encantó la mente de De Jors, y, posteriormente,  su musculado brazo, para poner fin a las fechorías de Tzanza, un hombre de mano dura, reencauchado como estibador, que no se la puso fácil; pero De Jors, creado por inteligencia artificial, hizo uso de varios atributos bizarros, por los que también será recordado. 

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