5.1.09

A minor incident



Regresaba con mi perra Daria de hacer compras en una tercena pequeña que quedaba a dos cuadras de mi casa. Mientras hacíamos la diagonal por el parquecito, una niña de cuatro o cinco años apareció y quiso tocar al animal. La perrita, espantada, emprendió súbitamente una veloz carrera de camino a casa.

Entre ella y su destino se interponía una avenida de cuatro carriles.

La perseguí asustado, imaginé la cara que pondría mi madre si le pasaba algo al animalito. Era pequeña pero muy veloz. Al llegar al final del pasaje, me sacaba por lo menos diez metros de distancia.

Los autos pasaban muy cerca de mi posición. Estaba, de hecho, interrumpiendo el tráfico. Tenía la camiseta manchada de sangre y sostenía a la perra atropellada en mis brazos.

En perfecto estado de shock, miraba en la dirección tomada por la blazer negra. ¿Por qué no se detuvo? ¿Por qué escapó? ¿Acaso no quiso ensuciar su tapicería? No lo sé. Tal vez estaba tarde para ver la función de títeres de su hija de cuatro años. En fin... la culpa era mía, solo mía.

Un hombre se me acercó y me recomendó ir en busca de un veterinario. Tenía que hacer algo por el animal, todavía respiraba.

Lo peor ya había pasado. Estaba mirando a mi Daria encima de la mesa de operaciones. Un mecanismo grotesco mantenía su hocico abierto. Tenía un pulmón destrozado y el otro –según el veterinario— seguía funcionando. Solo quedaba esperar ver si el animal se las arreglaba con un solo pulmón.

—Por la inyección y los cuidados, quince dólares.

Bajé hasta mi casa para conseguir el dinero. Mi madre veía televisión. Le conté lo sucedido y le pedí el dinero. Lo bueno en esta parte es que ya no me acuerdo lo que me dijo. Debió decirme de todo… Mi madre siempre ha sido muy creativa en ese tipo de cosas. Especialmente conmigo.

Al volver, la perrita estaba envuelta en una frazada. El veterinario me recomedó llevarla a casa y asegurarle un sitio caliente. Le pagué pero no le di las gracias. Caminé a casa muy despacio temiendo que la perra despertara, cómo había crecido esa perrita. Cuando la adopté, no pesaba más de dos kilos. Tenía la barriga hinchada por los bichos y la desnutrición.

Caminé con la perra sedada en brazos. No tenía prisa. Estaba cansado y furioso. La imagen del accidente se repetía una y otra vez en mi cabeza.

Al ver a la perra atropellada, mi madre casi se desmaya. Fuimos a su habitación y dejé a la perrita en un sillón bajo junto a la cama. La perra respiraba con dificultad, tenía los ojos cerrados y estaba como dormida. Me excusé con mi madre y salí a hacer unas vueltas, necesitaba distraerme.

No volví a casa hasta la noche. Mi hermana menor me abrió la puerta.

—¿Y la Daria?
—En el patio, mijo.

¿En el patio? ¿Qué hacía la Daria en el patio? Corrí al patio, pasando por sala y luego por la cocina. En el patio vacío, pegada contra la pared, había una bolsa blanca.

—Mamá dice que des tirando en la basura.

En ese perfecto cubo de cemento. En donde no hacían horas, días quizás, pudo haber estado dando vueltas y correteando mi pequeña perra blanca.

Cogí la bolsa-Daria. Caminé por el condominio de siete casas blancas, luego doblé al patio interior del edificio contiguo. Abrí la tapa del basurero. Desde esa posición se podía ver la avenida, el lugar del accidente. Puse la bolsa en el contenedor y me despedí. Antes de dar vuelta, vi que algo brilló en el parterre.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

el 2008 parece, , ,
Happy ending, como ejemplo
gozaba de verdadero TRIPLESENTIDO.
Las revisadas suelen requerir revisadas vea.
Lele.

Anónimo dijo...

ESTE TIENE TRIPLESENTIDO SI TE FIJAS BIEN, SI BIEN TE FIJAS,1. FIJÁTE EN EL TÍTULO, Y 2. FÍJATE EN EL CUADRITO QUE LE ACOMPAÑA, , , FIJÁTE BIEN!, SERÍA BUENO, TE FIJES BIEN!!!, , , 3.TRIPLESENTIDO.
Tomás Cuervo

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