Por más que intento incrementar el vuelo, el cinturón no me lo permite. Vuelvo a tomar impulso en veloz carrera y salto. Puedo distinguir bajo mis pies la plaza de toros, el redondel de la seis. Pierdo altura y vuelvo a caer. Me impulso más fuerte ésta vez. Abajo la iglesia, abajo la universidad. Caigo por última vez. El cinturón desaparece y me encuentro en la entrada de una curiosa fábrica —medio burtonesca medio linchesca—. Hay una vía central con una banda mecánica a nivel del suelo y a los lados desfilan paredes falsas y rieles transportadoras de más paredes o mecanismos. Algo así como una ensambladora de coches de juguete. Camino hasta la banda y me dejo llevar a través del interior de esa fenomenal maquinaria. Suceden cosas hacia donde se mire y otras más que uno se pierde. Después de un largo paseo, me encuentro fuera del jardín de una casa. Estoy exhausto. Rodeo el perímetro. Encuentro una puerta abierta y entro. En la sala —en el suelo— hay un colchón. El cansancio me vence y caigo como un árbol sobre el improvisado lecho. Al rato, despierto al escuchar murmullos y risas. Estoy acostado en una especie de loft. En el segundo piso hay un curso entero de niños recibiendo clases. El profesor está ocupado escribiendo algo en la pizarra. Los niños están intranquilos. Se han dado cuenta de que estoy despierto y comentan en voz baja mientras me miran de reojo.
17.2.09
De soslayo
Por más que intento incrementar el vuelo, el cinturón no me lo permite. Vuelvo a tomar impulso en veloz carrera y salto. Puedo distinguir bajo mis pies la plaza de toros, el redondel de la seis. Pierdo altura y vuelvo a caer. Me impulso más fuerte ésta vez. Abajo la iglesia, abajo la universidad. Caigo por última vez. El cinturón desaparece y me encuentro en la entrada de una curiosa fábrica —medio burtonesca medio linchesca—. Hay una vía central con una banda mecánica a nivel del suelo y a los lados desfilan paredes falsas y rieles transportadoras de más paredes o mecanismos. Algo así como una ensambladora de coches de juguete. Camino hasta la banda y me dejo llevar a través del interior de esa fenomenal maquinaria. Suceden cosas hacia donde se mire y otras más que uno se pierde. Después de un largo paseo, me encuentro fuera del jardín de una casa. Estoy exhausto. Rodeo el perímetro. Encuentro una puerta abierta y entro. En la sala —en el suelo— hay un colchón. El cansancio me vence y caigo como un árbol sobre el improvisado lecho. Al rato, despierto al escuchar murmullos y risas. Estoy acostado en una especie de loft. En el segundo piso hay un curso entero de niños recibiendo clases. El profesor está ocupado escribiendo algo en la pizarra. Los niños están intranquilos. Se han dado cuenta de que estoy despierto y comentan en voz baja mientras me miran de reojo.
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6 comentarios:
Después de terminar recordé el principio. Escapaba de una especie de fín del mundo. Era sin duda, un sueño consciente.
acá se quedó el cinturón, porsiaca mañana lo busques.
¡Abajo!, ¡Abajo!, , , la iglesia y la universidad.
me tomé prestado, , , ja ja, ja
Liliana
Esto es un banquete para un interpretador.
Yo , simplemente , me quedo con las imágenes.
Saludos
L: Me encantaría recogerlo esta noche, tengo que ir a Tulcán mañana por la mañana. (Es cierto). ...me ahorraría cuatro horas de viaje. Jajaja.
16 horas dormido (sueño consciente) mejor que un cuarto despierto, diga?
ja ja ja, diga
Liliana
Vuelvo a leer
Vuelvo a detenerme en cada letra.
me vuelvo a enamorar de Klimpt.
ves? asì debiera definirse el arte.
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