
Era, sin duda, el chico más delgado del barrio. Mi participación hasta esa instancia del campeonato había consistido en sentarme a observar cómo mi equipo ganaba partido tras partido. El día de la final mis compañeros de banca brillaron por su ausencia; y entonces sucedió. Uno de los nuestros se lesionó y me cedió su chaleco para saltar a la cancha. Debí haberme visto muy gracioso ya que no faltaron las risas, no los culpo, la risa espanta la fatalidad. Y el árbitro pitó y el balón llegó a mis pies y el lugar se silenció para ver mis huesos en movimiento; entonces, alguien gritó /dále flaco/ y yo, sin pensarlo dos veces, tomé aire y le pegué con todo lo que tenía -que no era mucho-; el balón, como una mariposa, se paseó por los pies de propios y extraños y buscó la red como si buscara a la araña.
7 comentarios:
Golazooooo! Buena flaco
Che esta bueno...me gusto una narración dinamica... de verdad que esta bueno.
salud y buena suerte
, , , el día de la final, , , el día en el principio, , , al borde de los huesos, , , me gusta!
Que lindo cuento. Mira vos el flaquito...
Me encantó!
gracias a todos,
Cuando estas historias las protagonizan los gorditos suelen ser muy tristes.
pero todo se compensa a la hora de la comida.
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